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Felipe Zambrano Miguieles, actor y dramaturgo: “Durante la pandemia, ante la inactivación de las artes escénicas, escribir fue una forma de mantener despierta la musculatura creativa”
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Con un amplio camino recorrido en la actuación, Felipe destaca hoy también en la escritura dramática, donde dice haber encontrado una nueva forma de comunicar.
Las artes escénicas aparecieron en su vida a muy temprana edad. Cuando era niño, iba al Teatro de la Universidad de Concepción a ver las obras de Millantú, agrupación penquista en la que participaba su madrina. “El impacto en mí era tal, que cuando me dejaban con ella para que me cuidara, entraba a su habitación a recrear algún texto de esas obras”, recuerda hoy Felipe Zambrano, uno de los cinco artistas seleccionados de la XX Muestra Nacional de Dramaturgia.
Paralelamente, agrega, en su infancia era un asiduo espectador de teleseries, que recreaba luego con sus juguetes. “Yo quería hacer lo mismo. En la adolescencia escribía mis propias historias después del colegio, que plasmé en cuentos y dibujos. También en novelas que nunca se leyeron. Durante la pandemia, ante la inactivación de las artes escénicas, escribir fue una forma de poder mantener despierta la musculatura creativa, y lo sostengo hasta el día de hoy, encontrando ahí una nueva forma de expresión, distinta a lo que había experimentado comunicar con la actuación”.
Formado como actor en la Universidad Católica, Felipe ha participado en obras como El enano en la botella de Colectivo Teatral La Banca (Premio Mejor Actor Festival El Volcán), La piedra oscura de Alberto Conejero, La Boys Band: Concerto Bestiale in Fa La La dirigido por Magdalena Amenábar, Réplica de Isidora Stevenson, el radioteatro Carolina de Isidora Aguirre, entre otros montajes y producciones audiovisuales como la película Una mujer fantástica de Sebastián Lelio y la serie Martín, el hombre y la leyenda de La Santé Films.
Además, en la dramaturgia ha sido reconocido en espacios como la XV versión de la Rebelión de las Voces con la obra Puma Madre y en el III Concurso de Dramaturgia Infantil y Juvenil Jorge Díaz, donde obtuvo mención honrosa con Historia de amor para un alma vieja.
¿Qué escritores o dramaturgxs te inspiran actualmente?
Hoy admiro profundamente a Wajdi Mouawad, autor líbano-canadiense, por la profundidad de sus textos y la complejidad al trenzar historias, mediante la elaboración de saltos de tiempo, más asociables al cine o la novela escrita. A Carla Zúñiga, de quién he aprendido a cuestionar lo simbólico, lo profundo y lo inconsciente que se plasma en una pieza dramática y lo que dejamos con los finales que sellan una historia. A Guillermo Calderón, por su habilidad para hablar de los dolores del país con un lenguaje cercano, a través de diálogos cortos y con humor negro, que me aproxima como espectador y lector. A Isidora Aguirre, por su asidua actividad investigativa de las comunidades de su época, sobre todo en sus obras menos montadas. Y a Juan Radrigán que me dejó una sensación de libertad al “soltar la muñeca” sin juicio.
En el último tiempo, he leído las obras de María Asunción Requena, a quien destaco por su sensibilidad que vuelve hermosas hasta sus acotaciones, y que considero debería estar más presente en cartelera. También al autor británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, que retrata la complejidad de seres human@s particulares y reconocibles como una resonancia magnética, en historias que podrían ser las de uno mismo. Finalmente, no puedo dejar de mencionar a
Manoel Carlos, autor brasileño de teleseries, que pone sus protagonistas en grandes dilemas, y que trabaja bajo la consigna de que lo que pasa en la novela, puede pasar en tu vida.
¿Cuáles son las principales ideas que te llevan a escribir El traje del novio, texto seleccionado para XX Muestra Nacional de Dramaturgia?
El traje del novio es el resultado de un intento por aportar desde las artes escénicas a la visibilidad y la reparación de un daño terrible, generado por el tráfico de guaguas en la Dictadura. La obra busca hilvanar, trenzar, tejer, con el universo nostálgico de la sastrería de escenario, una relación quebrada por fuerzas ajenas y externas a los dos involucrados: Una mujer de la tercera edad rota en su ser madre y un hombre maduro que intenta reconstruir sus orígenes ad portas de iniciar una nueva etapa en su vida.
Es importante recalcar que no tengo casos cercanos. Tampoco viví los años de dictadura. Empatizo desde el horror que puede significar que te roben a tu hijo, hija, hije, y lo den por muert@. No debió pasar, ni debe volver a pasar jamás en la historia de la humanidad.
La aproximación a la temática, deviene de una investigación realizada desde hace algunos años y que pasó varias fases de escritura. Mis motores de trabajo han sido la cautela, la empatía, el respeto y la humildad. Espero de corazón, que este trabajo sea un real aporte y ayude de alguna forma, a las personas que conforman la comunidad que diariamente trabaja por reencontrar a madres, padres con sus hij@s robad@s.