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Documental Tesoros Humanos Vivos: Elena Tito Tito

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Elena Tito Tito (San Pedro de Atacama, Antofagasta, 1953) fue reconocida en 2015 Tesoro Humano Vivo por desarrollar la alfarería tradicional atacameña, una práctica que se ha perdido en el norte de Chile. Ella es una de las cultoras emblemáticas de los “Conocimientos y técnicas de alfareras y alfareros de Santiago Río Grande”, práctica incluida en el Registro de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile.

La técnica de alfarería de Elena Tito Tito es ancestral y se ha traspasado de generación, ya que utiliza un tipo de greda propio de su zona, que le da brillo a piezas utilitarias y ceremoniales para uso en rituales milenarios “desde que los Incas estaban en nuestras tierras”. Esta alfarería se caracteriza por sus figuras zoomorfas y antropomorfas, simples y sin pigmentos decorativos. En ellas se despliega el potencial creativo al invocar representaciones de animales como llamas, ovejas, cabras y pájaros principalmente; también se identifican los chulleros, jarras, cántaros, ollas, platos, etc., utensilios que se emplean tanto en las ceremonias religiosas como en las actividades del hogar. En el uso de estas creaciones se esconde toda la cosmovisión del pueblo licanantai, permeado por la herencia incaica en el período previo a la invasión española.

El principal y único material requerido es la greda del sector de Río Grande, también llamada ulla. Este material local es el que entrega a la cerámica sus tonos colorados, grises y algunas con trazas de oropel dependiendo del sector desde donde se lo extrae. Cabe señalar que muchos sitios de extracción del barro son de uso y conocimiento restringido, principalmente donde se encuentra el oropel. Junto al barro, Elena también necesita agua para limpiar la ulla en la primera fase de preparación del material y luego también para moldear las piezas, facilitando el trabajo de sus manos.

La recolección del barro es un largo e importante momento en la fabricación alfarera. Elena recorre poco más de diez kilómetros, a través del desierto y la montaña, para llegar a las vetas de barro. Esta tarea puede tomar días a lomo de burro, teniendo que dormir entre lampayas bajo intensas y extremas temperaturas. Para esta misión, Elena utiliza un balde para cargar el barro y una pala de madera o chuzo para extraer los trozos de la tierra.

Elena está consciente del valor y la responsabilidad que implica transmitir su conocimiento a futuras generaciones. Rescata y reproduce piezas ceremoniales para llevar a diferentes encuentros de culturas, ferias, museos e instituciones. Del mismo modo, enseña y crea utensilios para comunidades vecinas, consciente de que ellas debiesen ser las principales interesadas en mantener vivas sus tradiciones y costumbres.

Fuente: Sigpa

 

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