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Verónica Herrera, narradora oral: “Encontré en el folclor poético infantil una fuente inagotable de recursos lúdicos, creativos y literarios, que eran un maravilloso aporte en el arte de narrar”
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Profesora, narradora y recopiladora de historias tradicionales, a lo largo de su trayectoria Verónica Herrera se ha dedicado a adaptar, rescatar, difundir y fomentar la lectura desde temprana edad, tomando como base a la narración oral y la gran contribución de esta disciplina en contexto educativos. Conoce más de su historia en la siguiente nota
Fue en una sala de clases, mientras se desempeñaba como educadora de párvulos, cuando descubrió el gusto por la narración oral: “Encontré en el folclor poético infantil una fuente inagotable de recursos lúdicos, creativos y literarios, que eran un maravilloso aporte en el arte de narrar”, dice Verónica Herrera, quien ha dedicado su vida al oficio de contar y recopilar historias.
Educadora de párvulos de la Universidad de Chile, Verónica ejerció por 30 años la docencia en aula, coordinando además talleres artísticos en distintos establecimientos. Toda esta experiencia la llevó a confirmar la enorme contribución de la narración oral al proceso educativo integral de niñas y niños.
En paralelo a su trabajo como educadora, comenzó también su interés por la investigación y recopilación de folclor poético infantil, que además de incorporar en sus clases, empezó a registrar en libros como El folclore chileno para la educación pre- escolar (1991), Cuentos de mi tierra (1998), Cantos y romances tradicionales para niños (2002), Cachipún. recopilación de folclore infantil (2011), “Tugar, tugar, salir a jugar. Cantos, juegos y rimas de la tradición oral” (2019), entre otros. También ha explorado el formato musical en su disco “En -tren- tenido. Música infantil para cantar y bailar” (2005).
¿Cómo te fuiste formando en esta disciplina? ¿Quiénes son tus principales maestros o referentes?
En un comienzo partí de forma autodidacta pues no existía ni siquiera el termino cuentacuentos ni escuelas en Chile. Pero ya tenía algo adelantado en el propio interés por el folclor como ciencia multidisciplinaria en la cual está inserta la narración oral desde tiempos inmemoriales. Luego aparece el folclor poético infantil con sus extraordinarios recursos, de los cuales yo estaba interesada en obtener mayores aprendizajes para incorporarlos en mi quehacer como educadora y narradora. Con este objetivo participé en encuentros en el Departamento de Estética en la U.C, en sus escuelas de temporada de verano y otros espacios en la Universidad de Concepción, lo que me permitió descubrir a grandes maestros y cultores que enseñaban en esos lugares, como Oresthe Plath, Fidel Sepúlveda, Manuel Danemann, Margot Loyola, Raquel Barros, Gastón Sublette y tantos otros.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu oficio?
Disfruto y me apasiona el asombro, tanto en niños como en adultos, frente al cuento tradicional narrado, en cuyas sesiones incorporo música de canciones tradicionales, refranes, adivinanzas y otros recursos que transforman este encuentro en una participación activa, alegre, lúdica y creativa. Disfruto constatar que, a pesar de los tiempos difíciles que nos toca pasar en ocasiones como humanidad, y con toda la invasión tecnológica, se logre despertar en ellos la fascinación por volver a jugar, por escuchar un cuento.
También me gusta el contacto humano efectivo, desde las emociones, la mirada y la escucha tanto en el narrar como en el capacitar. Me apasiona reactivar nuestra cultura tradicional en sus diferentes manifestaciones como aporte al respeto y valoración de nuestras raíces.
¿Cuáles crees que son los desafíos que existen para la difusión y salvaguardia de la oralidad como patrimonio?
Primero, que se valore nuestro aporte como artistas y así poder subsistir como un trabajador más de la cultura. Luego, instalar desde la primera infancia el contacto con nuestras cultura y raíces en lo narrativo, debe estar presente en la mediación lectora y el fomento lector. Esto debe pasar por difundir los infinitos recursos que nos provee nuestra cultura tradicional a través de capacitaciones y dar a conocer en diferentes ámbitos el trabajo y la gran labor de los narradores orales.
Es importante también tener los medios para llegar a regiones para que se conozca nuestro quehacer y oficio, y así llevar nuestros saberes para formar, generar, rescatar y reactivar este arte necesario para la vida, a través de encuentros regionales y festivales. Además, políticas culturales ligadas al rescate de esta práctica social significativa y humana de largo aliento para permitir preservar, difundir y proyectar la narración oral en Chile.
¿Cuál crees que es en la actualidad el rol y aporte de quienes se dedican a cultivar este arte?
El rol del narrador oral hoy es ser un agente cultural de primer orden: un artista integral con fortaleza en su identidad propia y aprecio de la diversidad cultural existente en el mundo, un eslabón primordial para sensibilizar en la experiencia estética desde la más tierna infancia hasta la adultez. A su vez aportar en la puesta en valor, la difusión y promoción de las artes, la cultura y el patrimonio, en todas sus formas y contextos, con un espíritu y valores que contribuyan siempre a la evolución de nuestra humanidad, sobre todo en tiempos en que se requiere con urgencia volver a prácticas más significativas y de bienestar social.