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Jorge Contreras, autor de la Región del Biobío: “La dramaturgia aparece en mi vida por encargo, designio y deseo de querer registrar lo que se dice fusionándolo con mi imaginación”

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Docente y dramaturgo de la ciudad de Los Ángeles, con su texto Continuidad de las cajeras participará en la versión número 20 de la Muestra Nacional de Dramaturgia.

Si bien estudió Pedagogía en Español en la Universidad de Concepción, desde siempre Jorge Contreras ha buscado explorar el teatro y la dramaturgia, una inquietud creativa que comienza entre su infancia y adolescencia, cuando comprende que hay mundos que se pueden abordar a partir de las amplias posibilidades expresivas que ofrecen las artes escénicas: “Entendí que la imaginación no tiene límites y que la representación resulta ser una forma de aproximarse a las realidades que habitamos, reflejando o resignificando nuestras existencias humanas”.

Nutriendo su potencial artístico por medio de diversos talleres de dirección escénica, escritura, actuación, danza y filosofía, en paralelo a su trabajo como docente en distintos establecimientos de la ciudad de Los Ángeles, en la región del Biobío, Jorge comienza a escribir para teatro: “La dramaturgia aparece en mi vida por encargo, designio y deseo de querer registrar lo que se dice fusionándolo con mi imaginación. Finalmente, hay harta voluntad propia. Es una forma de condensar todo aquello que me interesa y moviliza, de transmitir y repensar las formas de comunicación, de jugar con el lenguaje sin miedo a subvertir su hegemonía”.

Autor de obras como De nuevo quieren manchar (2011), Eco Cacuchazo (2012), Permutar (2014), Huevaldo (2015), Los velorios de la señora Lucía (2017 – 2020), entre otros textos breves y en proceso como Micro en llamas (2014), Traducir (2019) y Poseer (2020), actualmente Jorge es uno de los artistas seleccionados de la nueva edición de la Muestra Nacional de Dramaturgia, espacio en el que presentará Continuidad de las cajeras: “El origen del texto se remonta al año 2016, cuando empiezo a darle vuelta al imaginario de una persona que está sentada en un lugar estático/giratorio y ve pasar mundos de productos y personas consumiéndose”.

¿Cuáles son los grandes temas que se presentan en tu dramaturgia?

Con el tiempo me he dado cuenta que mi dramaturgia y poética se ha sostenido sobre las defensas territoriales, cómo operan las lógicas de consumo y desecho, y también la disyuntiva entre quedarse o salir. Me interesa escribir además de los malos entendidos, la incomunicación y los tratos human@s, sobre la relación que estamos construyendo con las pantallas y cómo nos hemos desarraigado. También acerca de lo imposible e inesperado que sucede de improviso. Me gusta incluir personajes videntes o machis que proponen otras formas de sanar. De algún modo, todo se conduce a recuperar o preguntarse al menos por las orgánicas perdidas. Ahora también estoy dándole vueltas al poseer, a la idea de propiedad privada, buscar una huella entre paraísos perdidos o recuperados, llevo algunos meses trabajando y escribiendo al respecto. Creo que siempre se me van presentando nuevos temas y motivaciones

¿Cuáles son lxs dramaturgxs que hoy te inspiran?

Considero que la inspiración ocurre por efecto o defecto, siempre hay señales que podemos asociar con otra idea, ya sea para continuar o modificar siguiendo el instinto. Valoro y agradezco a quienes me inspiran: Manuela Infante, Alexandra von Hummel, Ingrid Fierro, Marcia Césped, Dolores Violeta, Carla Zúñiga, Bosco Cayo, Isidora Stevenson, Tomás Espinosa, Leyla Selman, Guillermo Calderón, Rosa Bernardo Escobillana, Claudia Cordero, Trinidad González, Lola Arias, Nona Fernández, Ronald Heim, Pablo Manzi y su compañía, todas las compañías me inspiran. También me han inspirado Juan Radrigán, Lucho Barrales, Eduardo Pavez Goye, Alexis Moreno, Alejandro Moreno Jashés, Pablo Paredes y sus dramaturgias a las que de vez en cuando vuelvo.

¿Cómo podrías describir tus procesos creativos?

A veces tengo una idea específica y comienzo a abordarla. También puede ser una imagen que me da vueltas, una injusticia que moviliza, un personaje, un lugar, situaciones reales o imaginarias. El proceso se puede activar de distintas maneras y así mismo se va nutriendo. Suelo tomar talleres en los que pueda abordar y compartir procesos. Llega un momento en el que necesito abrir lo que estoy escribiendo, leyendo en espacios públicos, dejando el texto a la vista; aunque nadie comente, me intriga eso de cómo se entrega y perciben los textos. Luego, cuando llevo suficiente tiempo trabajando, llega el momento de ordenar y organizar las ideas para darle fuerza a la curva dramática. Muchas veces el mismo proceso me va mostrando el camino, nuevamente de forma instintiva y escuchando tanto adentro como afuera.

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