Descripción
No podemos funcionar sin la ayuda de sustancias químicas: una pastilla para despertar, otra para trabajar, la siguiente para salir de fiesta, otra para evitar la resaca y la última para dormir. Vivimos en la era de la anestesia, somos una sociedad narcotizada al gusto del capital: un cuerpo social apático, reclutado y dopado para mantener el ritmo de producción alto y el orden establecido intacto. ¿Qué tienen en común la invención de la anestesia a mediados del siglo XIX, el empleo que dieron los nazis a la cocaína y el desarrollo del Prozac? Son productos con una misma lógica: el control de las emociones y el abandono de la excitación. Hemos olvidado lo que es el entusiasmo porque la única excitación que conocemos está inducida por los fármacos. ¿Cómo abandonar la estimulación narcótica y encontrar el camino de vuelta a la excitación política y colectiva?